Cuatro días, ¡cuatro!, llevamos respondiéndole lo mismo a la recepcionista de nuestro hotel del amor:
Recepcionista.- ¿Entonces cuándo prosiguen su viaje?
DR y yo, a un unísono cada día menos exclamativo y más interrogativo.- ¡¡¡Mañana???
Y tantos hoyes antes del mañana definitivo, que han dado para patear esa ciudad de Medellín: su museo de la Memoria, con aire de presente nuevo que mira al futuro libre, constructivo y sin complacencia; su plaza de Botero, con es@s gordullos@s libres y a su aire; y su catedral metropolitana..., al aire libre. Finalmente acudimos a la Comuna 13, barrio encaramado a una atalaya con magníficas vistas sobre la ciudad desparramada a sus pies. Coronarla parece imposible. Sus calles tienden, literalmente, más a la vertical que a la horizontal, y si alguien no me cree, que vaya y lo vea. Ahora sólo es un barrio pobre porque cuenta con una serie de escaleras mecánicas que convirtieron su infierno en cielo y lo comunicaron con la tierra, y porque diversos artistas han adornado sus rincones con grafitis coloristas. Bueno, los turistas y los policias no adornan pero también están (estamos).
Total, que una vez vistos los panoramas decidimos curiosear sus calles menos explotadas, que son todas menos una, y dimos con un bar con nuestra cerveza de referencia. Sonaba salsa, dos jugadores jugaban una partida de billar de carambolas y un tipo bebía su tercer botellín de aguardiente de Antioquia. Ese botellín y él permanecían erguidos en su trasiego de jugos junto a los otros dos recipientes recién vaciados y yertos sobre la barra en un proceder que ya he visto en más ocasiones y me empieza a parecer una costumbre. El caso es que le caímos bien, se presentó y se interesó por nosotros, brindamos, nos concedió una canción española y la pinchó. Parecia el dueño del bar, pero nos lo desmintió y nos enseñó su identificación de policia del Estado explicándonos que estaba de vacaciones, y también que los dos jugadores que jugaban al billar se estaban jugando 300 dólares americanos en esa partida. Abajo del barrio antes de tomar las escaleras mecánicas un conductor de autobús nos había aconsejado: "Allá arriba mejor no manejen billetes de 50000 pesos (unos 15 euros)." Paradojas.
Y al llegar al hotel, otra vez la recepcionista:
Pobre mujer con lo preocupada que estaba !
ResponderEliminarPero al final fue mañana!!??
Jajajaja